lunes, 21 de mayo de 2012

DEL COLLADO DEL ALGUACIL A LA PIEDRA DE LOS SOLDADOS, otra vez.


 “Llévate mañana ropa de abrigo como si fuese invierno, porque parece que va a hacer mal tiempo”.
“No puede ser… ¡pero si el domingo pasado nos íbamos a cocer subiendo al Cerro del Cisne…!”

 El invierno terminó hace semanas, pero la noche pasada nevó de nuevo en Sierra Nevada. Hoy  ha vuelto a aparecer, en plena primavera, cubierta por una especie de suave y mullida colcha blanca;  ahora que, con la estación de esquí  desierta por el final de la temporada, no hay maquinaria que despeje el paso o aplane la nieve recién caída de las pistas. Este mundo blanco y silencioso tan entrado el mes de Mayo parece como un momento robado al invierno- hoy lo tenemos, pero mañana no estará-, aunque al terminar el día la tarde prolongada nos recuerde que en realidad estamos a pocas semanas del verano.


Quizás habría sido hoy un día para no salir a la montaña y disfrutar del indudable encanto que tiene la lluvia cuando se contempla detrás de una ventana bien cerrada; esa lluvia que puede ser musical cuando entreabrimos  los postigos y hasta acogedora si la escuchamos caer, suave o atronadora- qué más da- en nuestro duermevela, porque hemos decidido quedarnos en la cama un rato más.

 Pero como siempre, nuestro deseo de contacto físico semanal con la Naturaleza nos ha hecho rescatar del armario  guantes, gorros, polainas e impermeables  -que ya pensábamos guardados hasta el próximo otoño-, correr el riesgo y buscar nuestro trébol de cuatro hojas: llegar en una ruta de unos 30 kms a los Lavaderos de la Reina, aun con el tiempo meteorológico en contra.
Aunque no ha podido ser…


Desde el primer momento el cielo encapotado y oscuro nos ha avisado con insistencia de sus intenciones, y un vientecillo frío que con el paso de las horas se ha ido convirtiendo en ventisca de nieve y granizo se ha encargado de ir desanimándonos a medida que avanzaba la mañana.
No pasa nada, aunque al final solamente hayamos podido llegar, y a duras penas, hasta la Piedra de los Soldados, justo en el momento en que la ventisca ha empezado a arreciar. Sin ganas de desabrigar nuestras manos y caras congeladas para comer algo, todos hemos dado la vuelta –tras unos minutos de deliberación- perfectamente de acuerdo en no avanzar más, y a buen paso hemos terminado de cubrir los 22 kms en los que ha quedado finalmente nuestra excursión.


A pesar de las muchas ganas de todos por hacer la ruta hasta el final, el sentido común se ha impuesto en el grupo: la montaña, al igual que el mar y que nosotros mismos, tiene también sus reglas de juego y hasta sus días buenos y malos; en el momento en que nos adentramos en su territorio debemos estar dispuestos a aceptarlas y seguirlas.


Aprender a cambiar de planes inesperadamente y a ceder con buen ánimo puede ser muy terapéutico, ya sea porque unas veces los límites dependen de nosotros cuando nos abandonan la energía física o las ganas de llegar, o porque las condiciones externas, al margen de cada uno, no lo permiten; la Naturaleza puede ser como un interesante seminario sobre esa especie de dualidad que nos lleva a aceptar nuestra naturaleza como criaturas físicas pero también espirituales, que pertenecemos tanto al Universo como a la tierra que pisamos y al aire que respiramos.


En esta ocasión hemos tenido que recurrir al "plan B" y desistir de nuestra idea, pero no importa: la próxima vez que lo intentemos, la montaña, el tiempo e incluso la Dama de la Fortuna esbozarán una de sus sonrisas inesperadas, y nos permitirán volver a los Lavaderos de la Reina sin ningún contratiempo…seguro que sí.

TEXTO: MARILÓ
FOTOS: CLUB SENDEROS
VIDEO DE LA RUTA: RAFAEL GARCÍA
Collado Alguacil-Piedra de los Soldados



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