miércoles, 1 de mayo de 2013

La nieve de abril: El Carcabal y el Zujerio

      Llevábamos cuatro años sin hacer esta ruta que nos lleva por paisajes de gran belleza en otoño por las choperas, la compañía de los arroyos y las hermosas vistas, una vez alcanzadas las cumbres, de los grandes picos de Sierra Nevada. Suelen ser lugares apartados por los que no nos encontramos con nadie.
     Parecía que ponerla en abril nos aseguraba el buen tiempo y un día largo para disfrutar del paisaje.
       Sin embargo, las previsiones meteorológicas avisaban de la vuelta del invierno después de una semana de verano anticipado. De cualquier modo, nos juntamos dieciséis personas dispuestas a  disfrutar el día que amaneció con claros y nubes. 
      Una vez en Tocón de Quéntar tomamos el camino de los Agustinos.


        La pista discurre pareja al arroyo de Tocón que venía con bastante agua con lo que ya íbamos pensando que nos tocaría mojarnos los pies cuando hubiese que cruzarlo a la altura del Cortijo del Hervidero.


     Desde allí ya podíamos disfrutar de la vista del Carcabal,  esperándonos.


        El recorrido continúa por el arroyo de Linarejos, bajo los pinos y la vegetación de ribera. El tiempo se estaba comportando, pero, cuando paramos para tomar algo en la cabecera del  arroyo, unas amenazadoras nubes se acercaban rápidamente a nosotros.




       El sendero de Linarejos acaba en un tramo de pista que nos lleva al collado entre el Volota y el Carcabal; este tramo lo hicimos entre nubes que dejaban ver poco y que nos regalaban pequeños granizos o pequeños copos de nieve, según el momento. Parecía que no íbamos a poder subir al Carcabal porque una vez allí  no hay más salida que acabar el recorrido como se pueda. Cuatro compañeros decidieron volver desde el cortafuegos de ascenso por si el tiempo empeoraba.
     Sin embargo, las nubes nos dieron un respiro y llegamos a la cumbre con algo de sol, con vistas sobre la zona de La Peza, el pantano Francisco Abellán, el pico Bermejo, pero hoy no disfrutaríamos de Sierra Nevada, escondida tras las nubes.



       Esa tregua del tiempo nos dio ánimo para bajar al collado de Las Alberquillas e iniciar el ascenso al Zujerio, al que veíamos llegar las nubes por el oeste que lo iban cubriendo poco a poco.


      Llegamos a la cumbre con una visibilidad aceptable y decidimos aprovechar para comer porque veíamos que cada vez se cubría más por el oeste. A pesar de todo, no perdonamos la foto de cumbre antes de iniciar la bajada.


       Durante un instante, una pequeña ventana nos permitió ver parte del Pico Alcazaba, brevemente, como si fuese un espejismo.


          En la bajada  las nubes nos pisaban los talones.


         Unas nubes que se fueron convirtiendo en pequeños copos, primero, y en ventisca, después.  Todavía se veía algo la pista del Barranco de los Lastrones cuando la dejamos  y tomamos una más pequeña, que asciende hacia el cerro de La Cañadilla. En menos de media hora todo el paisaje, y el camino, quedó cubierto por una capa de nieve que no paraba de aumentar. La visibilidad fue empeorando según ascendíamos al collado de La Cañadilla.






       Durante los treinta minutos que duró la ascensión no íbamos muy tranquilos con la ventisca que lo tapaba todo por momentos, menos mal que Luis recordaba con claridad el recorrido y Manolo llevaba el GPS porque el sendero de ascenso al collado estaba totalmente perdido.  Al iniciar la bajada hacia Tocón por el barranco de la Cimbra la visibilidad empezó a mejorar y el paisaje era impresionante. 



                    El barranco acaba en un presa que rebasamos por la margen derecha y que alcanzamos una pista que en media hora nos lleva a  Tocón que parecía un "portal de Belén".  De hecho, tanta nieve hizo que alguien entonara un villancico abrileño.



       Por cierto, en esta última no está Rafa porque se sacrificó por todos y se esperó  para hacer la foto.

   
        Ya estábamos  pensado en tomar algo calentito en Tocón, en una cafetería muy agradable, ante de subir a los coches, que también estaban nevados. Así acabamos las ocho horas de recorrido (incluidas las paradas), alegres y empapados, de nieve y de belleza.


     
     Las fotos son de Rafa, Manolo y Victoria.