Al principio algunos compañeros se echaron atrás y el minibús no tenía el ambiente de otras veces, pero pronto cambió la cosa cuando a la altura del Puerto de la Mora se puso a nevar: las dudas se acrecentaron y de camino nos estimulamos.
Las brumas que descendían por los valles y el frescor ayudaban a ello. Y de pronto apareció la nieve. Una nieve serena, dulce, infantil, de dibujos animados. A partir de este momento ella iba a ser la protagonista durante más de cinco horas. Como la pendiente cada vez era más fuerte el grupo se fue callando para ahorrar fuerzas y sentir los nuevos sonidos que se generaban sobre el fondo de silencio-nieve: el repiqueteo de los copos sobre los chubasqueros, el chap-chap de los bastones hincándose; la respiración acompasada......
Se hacían muchas fotos en un intento desesperado de perpetuar lo que por naturaleza es finitud. Cosa inútil. Uno sentía que esos momentos, como cualquier proceso vital, no se pueden atrapar en las redes fotográficas. Sólo cabe la quietud y el silencio..........Mientras subíamos nos encontramos con un grupo de caballos, tan intemporales como el entorno; “caballos en la niebla dijo uno”. Al bajar divisamos un solitario macho de cabra montés de aspecto formidable. Todo esto acentúa el sentimiento primigenio, de ausencia del yo, que se experimenta en la alta montaña.
Mucho más arriba
llegamos a la acequia del “Corazón”, a la que seguimos, todos silenciosos,
oyendo el agua y la nieve, para llegar al corazón de las Chorreras Negras, a
2500 metros de altura, donde en 1960 se accidentó el avión del ejército
americano y que le da el nombre a la ruta.
De vuelta, y como la nevada no disminuía, nos refugiamos en un cortijo “prepulgoso”, comiendo como pudimos. El vino de “Manuel” iba y veía, mientras algunos empezaban a cambiarse las múltiples prendas mojadas. Sobre ésto, sobre qué ropa se debe poner uno en días de lluvia y nieve, hay dos escuelas de pensamiento: los que se llevan tres camisetas, dos chubasqueros, polares varios.....para ir cambiándose cuando estén chorreando y los que piensan que es mejor ponerse el chubasquero, si es de tipo “jorobado de notre dame” mejor, aguantando el calor, el sudor, los enganches, antes que estar prenda va prenda viene. Las dos escuelas confluyen al final del día en el mismo resultado: todo el mundo mojado.
La bajada la hicimos la mayoría paladeando el café y la cerveza, o las dos cosas, que nos íbamos a tomar en el bar más molongo que viéramos en Jérez. Soñado y hecho. El bar era agradable e íntimo y el café no estuvo mal. La vuelta hacia Granada, entrañable , viendo por los cristales las sierras nevadas del hermoso parque natural de Huétor.
TEXTO: JOSÉ OSORIO
TRACK Y PERFIL: MANOLO Y ENCARNI
FOTOS: CLUB SENDEROS
VIDEOS DE LA RUTA: RAFAEL GARCÍA
Ruta del Avión, parte I Ruta del Avión, parte II
De vuelta, y como la nevada no disminuía, nos refugiamos en un cortijo “prepulgoso”, comiendo como pudimos. El vino de “Manuel” iba y veía, mientras algunos empezaban a cambiarse las múltiples prendas mojadas. Sobre ésto, sobre qué ropa se debe poner uno en días de lluvia y nieve, hay dos escuelas de pensamiento: los que se llevan tres camisetas, dos chubasqueros, polares varios.....para ir cambiándose cuando estén chorreando y los que piensan que es mejor ponerse el chubasquero, si es de tipo “jorobado de notre dame” mejor, aguantando el calor, el sudor, los enganches, antes que estar prenda va prenda viene. Las dos escuelas confluyen al final del día en el mismo resultado: todo el mundo mojado.
La bajada la hicimos la mayoría paladeando el café y la cerveza, o las dos cosas, que nos íbamos a tomar en el bar más molongo que viéramos en Jérez. Soñado y hecho. El bar era agradable e íntimo y el café no estuvo mal. La vuelta hacia Granada, entrañable , viendo por los cristales las sierras nevadas del hermoso parque natural de Huétor.
TEXTO: JOSÉ OSORIO
TRACK Y PERFIL: MANOLO Y ENCARNI
FOTOS: CLUB SENDEROS
VIDEOS DE LA RUTA: RAFAEL GARCÍA
Ruta del Avión, parte I Ruta del Avión, parte II
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