“Llévate mañana ropa
de abrigo como si fuese invierno, porque parece que va a hacer mal tiempo”.
“No puede ser… ¡pero si el domingo pasado nos íbamos a cocer
subiendo al Cerro del Cisne…!”
El invierno terminó
hace semanas, pero la noche pasada nevó de nuevo en Sierra Nevada. Hoy ha vuelto a aparecer, en plena primavera,
cubierta por una especie de suave y mullida colcha blanca; ahora que, con la estación de esquí desierta por el final de la temporada, no hay
maquinaria que despeje el paso o aplane la nieve recién caída de las pistas.
Este mundo blanco y silencioso tan entrado el mes de Mayo parece como un
momento robado al invierno- hoy lo tenemos, pero mañana no estará-, aunque al terminar el día la tarde prolongada nos recuerde que en realidad estamos a pocas semanas del verano.
Quizás habría sido hoy un día para no salir a la montaña y
disfrutar del indudable encanto que tiene la lluvia cuando se contempla
detrás de una ventana bien cerrada; esa lluvia que puede ser musical cuando
entreabrimos los postigos y hasta
acogedora si la escuchamos caer, suave o atronadora- qué más da- en nuestro
duermevela, porque hemos decidido quedarnos en la cama un rato más.
Pero como siempre,
nuestro deseo de contacto físico semanal con la Naturaleza nos ha hecho
rescatar del armario guantes, gorros, polainas
e impermeables -que ya pensábamos
guardados hasta el próximo otoño-, correr el riesgo y buscar nuestro trébol de cuatro hojas: llegar en una ruta de unos 30 kms a los
Lavaderos de la Reina, aun con el tiempo meteorológico en contra.
Aunque no ha podido ser…
Desde el primer momento el cielo encapotado y oscuro nos ha
avisado con insistencia de sus intenciones, y un vientecillo frío que con el
paso de las horas se ha ido convirtiendo en ventisca de nieve y granizo se ha
encargado de ir desanimándonos a medida que avanzaba la mañana.
No pasa nada, aunque al final solamente hayamos podido llegar, y a
duras penas, hasta la Piedra de los Soldados, justo en el momento en que la
ventisca ha empezado a arreciar. Sin ganas de desabrigar nuestras manos y caras congeladas para comer algo, todos hemos
dado la vuelta –tras unos minutos de deliberación- perfectamente de acuerdo en
no avanzar más, y a buen paso hemos terminado de cubrir los 22 kms en los que
ha quedado finalmente nuestra excursión.
A pesar de las muchas ganas de todos por hacer la ruta hasta
el final, el sentido común se ha impuesto en el grupo: la montaña, al igual que
el mar y que nosotros mismos, tiene también sus reglas de juego y hasta sus
días buenos y malos; en el momento en que nos adentramos en su territorio debemos
estar dispuestos a aceptarlas y seguirlas.
En esta ocasión hemos tenido que recurrir al "plan B" y desistir de nuestra idea, pero no importa: la próxima vez que lo intentemos, la montaña, el tiempo e incluso la Dama de la
Fortuna esbozarán una de sus sonrisas
inesperadas, y nos permitirán volver a los Lavaderos de la Reina sin ningún contratiempo…seguro
que sí.
TEXTO: MARILÓ
FOTOS: CLUB SENDEROS
VIDEO DE LA RUTA: RAFAEL GARCÍACollado Alguacil-Piedra de los Soldados
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